Hay objetos que súbitamente se vuelven arcaicos. De un día para el otro ya nadie los usa porque la tecnología avanzó y los dejó atrás. Y esos objetos, desaparecen y se quedan vivos sólo en nuestra memoria como parte de lo que alguna vez fuimos. Nos recuerdan momentos importantes, canciones importantes, sueños importantes; así es la historia de los casetes.
Para los que no lo recuerdan (o no estaban vivos), los casetes eran unos artefactos cuadrados de plástico que contenían una cinta magnética donde era posible guardar y reproducir todo tipo de audio. Desde una canción, la voz de alguien, hasta sonidos ambientales; lo único que se necesitaba era una grabadora con play y rec .
Durante casi tres décadas, fueron una alternativa ligera y barata para los entusiastas de la música.
Los melómanos los compraban originales o vírgenes para grabar desde la radio sus canciones predilectas y para crear estupendas listas que de tanto en tanto eran hechas para personas especiales.
A propósito de lo anterior, y porque recientemente, Sony anunció que se venderán una nueva generación de Walkmans, vale la pena rendirle un homenaje a los casetes (palabra francesa que se traduce como “cajita”) y todas las veces que le dieron un soundtrack a nuestra vida.
Los casetes: una historia que da nostálgico
El primer casete nació en Europa en 1962. La marca que los sacó al mercado fue Philips, aunque la licencia para recrear su formato fue totalmente gratuita, lo que permitió que otras firmas los usaran, y que la fama de los cartuchos de cinta magnética creciera.
Los primeros casetes destinados a la música (no a las grabaciones) comenzaron a venderse a penas en los años 70, y desde que fueron introducidos al mercado revolucionaron por completo la industria de la música, en particular de los grupos underground que al no tener contratos con disqueras, usaban estos artefactos para sacar y vender sus grabaciones.
Los casetes encontraron su máximo apogeo en los 80; entre otras cosas porque en esa década se inventaron las grabadoras portátiles y los walkmans; dos fabulosas máquinas que le permitían a las personas escuchar música donde quisieran, sin necesidad de conexiones.
El final de los casetes
Los casetes entraron en la cultura popular gracias a las series, películas y libros como Alta Fidelidad de Nick Hornby donde un hombre se para frente a una ventana con una grabadora entre las manos, en espera de que su novia lo perdone; una especie de serenata con música de Peter Gabriel.
Finalmente, como todas las historias esta tiene su final . La llegada de los CD fue la crónica de un final anunciado para estos artefactos cuadrados poco a poco desaparecieron. El siglo XXI los acabó, sobre todo ese día en el que Steve Jobs presentó el iPod y ese fue para siempre el último punto de esta historia.
Cinco datos curiosos que todos debemos recordar sobre los casetes
1.Contaban Lado A y el Lado B
Esto se debía a que el material magnético (pequeñas partículas de hierro) con el que estaban hechos, era limitado. Cuando se acababa había que darlo vuelta y empezar en otro lugar.
2.- Escuchar estas cajitas era una experiencia agotadora
A veces la grabadora se comía el casete. A veces había que usar una pluma para rebobinar la cinta, a veces sin querer, alguien borraba las grabaciones y el audio quedaba con un mix rarísimo de canciones cortadas, voces espectrales de locutores de radio y hasta el audio de un tío que quería inmortalizar una conversación que tuvo con alguien.
3.- No duraban tanto
Había Casetes que sólo tenían capacidad de grabación de 15 minutos, otros duraban hasta dos horas y eran perfectos para contener álbumes enteros. Los más pobres grababan un CD completo y lo categorizaban con plumón azul. Los más creativos, hacían dibujitos en las cajas.
4.El casete no ha muerto gracias a los presidiarios
Aún en pleno 2023, esta tecnología es una de las pocas aceptadas en las cárceles de Estados Unidos, por lo que los prisioneros los han mantenido vivos para escuchar música, para mandar cartas de voz a sus seres queridos y para dejar sus testimonios para la posteridad.
5. La marca más comprada era…
TDK porque eran vírgenes, sus cintas duraban y en la Ciudad de México los vendían en casi cada paradero de camiones. Los había de 45 minutos, de 60 y de 90. ¿Ustedes cuáles recuerdan?
(Fuente: Sopitas)