Conoce a Thomas Enhco, el pianista que ‘escucha’ colores; En las manos del pianista Thomas Enhco (París, 1988) se funden el jazz y la música clásica, una mezcla que es resultado de su particular origen como músico.
Pertenece a una familia musical bien arraigada en Francia: los Casadesus; hijo de una soprano profesional que, tras divorciarse de su padre, editor y pianista aficionado, se casó con el violinista Didier Lockwood, una estrella del jazz que solía invitar a sus colegas a la casa familiar.
Fue su padrastro quien le dio sus primeras lecciones de improvisación, ritmo y articulación, que el joven asimilaría de forma natural y que aprovecharía también en su formación clásica. Conoce a
El pianista, violinista y compositor atiende esta entrevista mientras prepara el Concierto para piano No. 21 en Do mayor de Mozart que tocará a finales de abril en Japón, tras sus presentaciones en la Philharmonie de París con The Köln Concerto, de Keith Jarrett.
“La clave para mí es que todas estas cosas se nutren mutuamente de una manera fascinante”, responde.
“Como pianista clásico puedo sentir cuando toco jazz que realmente cambia mi forma de tocar el piano, cambia mi sonido en el buen sentido, cambia la forma en que fraseo y, al mismo tiempo, el jazz sirve en la manera en que toco la música clásica porque añade un sentido del ritmo y del fraseo que tal vez no es realmente el habitual”.
Como encuentra que, salvo por el aspecto de la improvisación, el grupo de jazz se acerca mucho a la música de cámara, otra de sus pasiones. Conoce a
“Por la forma en que tratamos el ritmo, el fraseo, la amplitud y no atropellar el sonido unos a otros y destacar lo que está tocando otra persona y luego responder con una improvisación propia. Creo que la música de cámara es lo que hacen los músicos de jazz”, declara.
Lockwood, ya fallecido, era hace 30 años uno de los poquísimos violinistas de jazz en la escena. Conoce a
Al decirlo, Enhco demuestra la admiración hacia su padrastro, a quien recuerda como un “genial improvisador y violinista”, y no era raro que tocaran juntos en festivales y locales de jazz, a quienes se les unía su hermano David, trompetista.
La fusión de dos mundos musicales
En Fontainebleau, donde vivía, su madre y Lockwood quisieron montar una escuela enfocada en el género, proyecto que comenzaron con un pequeño taller en el que él, con apenas 6 años, junto a un grupo de niños aprendía sobre improvisación y standards.
Con un ensamble de jazz, Enhco daba cada tanto conciertos por los pueblos de la región; al principio tocaba el violín y poco después lo cambió por el piano. Conoce a
“Lo que recuerdo es que estaba completamente metido en el jazz, la improvisación y también escribiendo mis propias melodías, aprendiendo standards, y pasaba casi todo mi tiempo libre estudiando eso”, rememora.
Su deseo de seguir una carrera en el género lo llevó a formar un trío de piano, bajo y batería cuando era adolescente, y más tarde, incluso, se mudó a Nueva York, atraído por su vibrante escena, aunque al cabo de dos años regresó a Francia. Conoce a
Aun cuando estaba metido de lleno en el jazz, nunca interrumpió su formación clásica y se graduó del Conservatorio Nacional de París. Empezó con la música de cámara, ya fuera con un chelista, participando en cuarteto de cuerdas, o con la marimbista y percusionista búlgara Vassilena Serafimova. Y desde hace unos seis o siete años comenzó a recibir más invitaciones para recitales y como solista con orquestas, así como propuestas para componer.
“Quise hacerlo porque es una forma estupenda de fusionar mis dos mundos, de trabajar con orquestas con música clásica y las obras que yo escribiría”, explica.
A partir de una comisión de la Orquesta de Pau Pays de Béarn compuso su primer Concierto para piano y orquesta, escrito en el lenguaje del jazz con una fuerte dosis de improvisación, estrenado en 2017 y grabado en el disco Thirty (Sony), junto a piezas para piano solo también de su autoría. Conoce a
“Mi pensamiento inicial era que yo escribiría los temas, la forma, las melodías, la armonía y, luego, dejaría la orquestación a un profesional. Escribir para orquesta no es algo que se pueda tomar a la ligera, tienes que saber sobre los diferentes instrumentos y el balance.
Pero cuando terminé de escribir toda la estructura del concierto tuve muchas ganas de sumergirme en la orquestación. Pasé varios meses tratando de encontrar las combinaciones adecuadas de instrumentos y en todo el proceso de orquestación. Fue fascinante. Al final me sentí muy cómodo escribiendo para un conjunto grande”, responde.
Una experiencia que ha repetido con una rapsodia y el Doble concierto para piano, marimba y orquesta, estrenado en 2019 con Serafimova y la Orchestre de Pau Pays de Béarn.
Un artista sin fronteras creativas
Es imposible intentar delimitar el radio de acción de Enhco porque siempre su creatividad musical desemboca en proyectos originales en los terrenos del jazz y la música clásica.
Por ejemplo, con Serafimova ha grabado un par de discos: en Funambules (Deutsche Grammophon) incluyeron obras de Gabriel Fauré y Camille Saint-Saëns, así como transcripciones de Bach y Mozart, improvisaciones propias y uno de los grandes éxitos del rock, Bitter Sweet Symphony, de Mick Jagger, Richard Ashcroft y Keith Richards, con piano y marimba, versiones preparadas de ambos instrumentos, percusiones y voz.
El segundo estuvo dedicado por completo al genio del barroco, Bach Mirror (Sony), un proyecto lanzado en 2021 que los mantiene de gira.
Además rindió homenaje a través del jazz a Violeta Parra con un proyecto junto a Emiliano González Toro que lo puso en contacto con músicos como Leo Rondón, virtuoso del cuatro venezolano.
Esa capacidad para involucrarse en varios proyectos obedece a una cabeza bien organizada, que piensa con mucha anticipación en lo que hará a futuro, y a una creatividad musical que necesita de varios cauces de expresión.
Él mismo se sorprendió al descubrir que la asociación entre las notas y los colores que su cerebro hacía de manera automática al tocar el piano, no le pasaba a toda la gente y tenía un nombre: sinestesia, fenómeno en el cual un sentido es estimulado por otro. Lo supo hace casi una década cuando vio un montaje de Peter Brook, The Valley of Astonishment, al que asistió atraído por la figura del director británico pero sin tener idea de que se enfocaba en ello.
“Siempre he tenido una conexión muy directa entre los sonidos que oigo y los colores. Desde que recuerdo, cuando era un niño pequeño, siempre ha sido muy claro que Do es azul, Re es verde, Mi es un tipo de rojo, Fa es violeta, Sol es naranja, La está entre el rojo y el borgoña, y Si corresponde a diferentes tonalidades de amarillo”, describe.
Enhco se gira hacia la derecha, donde está su piano, y empieza a tocar nota por nota al tiempo que menciona el color correspondiente, y luego hace lo mismo con los acordes, a los que asocia distintas tonalidades.
Tras una primera visita a México, cuando estuvo acompañado por Serafimova, Enhco regresará dentro del Festival Paax GNP 2023, el 8 de julio en la Riviera Maya, para interpretar el Concierto en Fa de George Gershwin con La Orquesta Imposible, dirigida por Alondra de la Parra.
“El hecho de que la mayoría de los músicos invitados se quedarán un tiempo y trabajarán eso no es muy común en los festivales, en especial en los festivales de verano”, dice.
Quién sabe qué nuevo proyecto pueda surgir de ese encuentro al que asistirán músicos clásicos y fantásticos improvisadores.
“En mi imaginación será como fuegos artificiales de música y energía”.
(Con información de Milenio)