El papa Francisco falleció este lunes a los 88 años de edad en su residencia del Vaticano, a causa de un ictus cerebral que derivó en un coma profundo y un fallo cardiocirculatorio irreversible. Así lo confirmó el Vaticano mediante el parte médico oficial firmado por Andrea Arcangeli, director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano.
La muerte se produjo a las 7:35 de la mañana, hora local, en su apartamento de la Casa Santa Marta, donde había regresado a finales de marzo tras haber estado hospitalizado durante 38 días en el hospital Gemelli de Roma. Durante ese periodo, Francisco enfrentó una serie de complicaciones respiratorias que se habían agravado con el tiempo.
De acuerdo con su historial clínico, el pontífice padeció una neumonía bilateral microbiótica, bronquitis múltiple, hipertensión y diabetes, lo que debilitó su estado general de salud. A pesar de los esfuerzos médicos, el deterioro fue progresivo. La defunción se constató mediante un electrocardiograma, como establece el protocolo del Vaticano.
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Poco después del anuncio oficial, el camarlengo Kevin Joseph Farrel apareció en un videomensaje para comunicar la noticia al mundo católico. “Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto. El obispo de Roma ha vuelto a la casa del Padre. Su vida entera estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia”, declaró. A su lado, en la capilla de la Casa Santa Marta, lo acompañaban el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra.
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia, será recordado por su cercanía con los más pobres, su impulso a una Iglesia más abierta y su incansable llamado a la paz, la fraternidad y la justicia social.
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