Yucatán, 8 de mayo 2023. – Chicxulub, ubicado a 45 km de Mérida, es apenas un pueblo, un puerto de aguas cristalinas, un rincón poco visitado -en comparación con otros- de la península de Yucatán donde, sin embargo, vive sumergido bajo 600 metros de sedimentos medio cráter nacido de la mayor colisión de un meteorito con la Tierra. Cenotes
Este pueblo tan sencillo es, sin dudas, el lugar más importante en la historia del planeta: hace 66 millones de años, el choque de un meteorito de unos 11 km causó la extinción de gran parte de la vida terrestre y, con el tiempo, permitió que los humanos (el homo sapiens apenas surgió hace unos 200 a 300 mil años) pudiéramos evolucionar, ya sin la amenaza de los entonces reyes de este planeta: los dinosaurios.
La huella de un meteorito Cenotes
I ♡ Chicxulub, dice un letrero de piezas enormes sobre el muelle del puerto de este pueblo. A lo largo de la costa se ven algunas casas, palapas con camastros y no mucho más.
A espaldas del océano, se ven espejos de agua. Visto desde el cielo, en cambio, el puerto ofrece una imagen única: un semicírculo de luces turquesas que completa el borde sumergido del cráter que se produjo por la caída del meteorito que extinguió a los dinosaurios.
Esa hilera casi mágica de puntos son, vistos desde la tierra, cenotes: cuerpos de agua dulce semicubiertos por paredes y tramos de suelo rocoso. Adentro de ellos, las estalactitas y estalagmitas, inmensas raíces colgantes de árboles crecidos en la superficie y la mezcla entre turquesa, verde y azul profundo del agua (debido a la mezcla con algas y otra vegetación acuática) crean un paisaje sobre natural.
Nadie sospecha que semejante belleza se deba a que, con debido al fuerte impacto del meteorito, la piedra caliza blanda que se encontraba en el subsuelo marino haya quedado en la superficie.
Quizá el Puerto de Chicxulub no haya logrado capturar más que la atención de geólogos y científicos porque los cenotes más bonitos no son precisamente lo más cercanos al pueblo. Sin embargo, vale la pena visitarlo y llegar al borde del cráter, con la conciencia de que estás parado sobre un lugar único de la historia de la Tierra.
(Con información de Travesia Digital)