Treva Ashton, un joven australiano de 15 años, falleció trágicamente después de que los médicos no tomaran en serio sus síntomas iniciales de congestión nasal. La familia de Treva lo llevó al hospital cuando comenzó a quejarse de congestión nasal y confusión, pero los médicos lo enviaron a casa con una receta de paracetamol, creyendo que exageraba.
El 24 de junio, Treva empezó a mostrar síntomas como vómitos, escalofríos, dolores de cabeza y parálisis en una pierna. A pesar de estos síntomas alarmantes, los médicos inicialmente diagnosticaron una “infección estomacal” y gripe. Su madre, Sharon Gauci, insistió en que algo más grave estaba ocurriendo, pero sus preocupaciones fueron desestimadas.
Complicaciones y diagnóstico tardío
La situación de Treva empeoró rápidamente, presentando hinchazón en la cabeza y palidez en la piel. Finalmente, los paramédicos lo trasladaron al hospital, donde fue inducido a coma y sometido a dos cirugías. Los médicos descubrieron que Treva tenía líquido en el cerebro, una condición conocida como hidrocefalia. Aunque se realizaron intentos para drenar el líquido y remover parte del cerebro que presentaba pus, Treva sufrió un derrame cerebral y fue declarado con muerte cerebral.
La hidrocefalia: una condición peligrosa
La hidrocefalia es una acumulación de líquido en el cerebro que puede ejercer presión sobre el cráneo y causar síntomas severos. Entre los síntomas se incluyen cambios en la personalidad, dolor de cabeza, vómitos, y dificultad para coordinar movimientos. Esta condición puede ser causada por traumatismos en la cabeza, infecciones, tumores o hemorragias cerebrales. En el caso de Treva, el diagnóstico tardío y el tratamiento incorrecto resultaron fatales.
Reflexiones y lecciones sobre el caso de Treva
La trágica muerte de Treva Ashton subraya la importancia de un diagnóstico y tratamiento correctos. La subestimación de sus síntomas iniciales y la demora en el tratamiento adecuado llevaron a una serie de eventos fatales que podrían haberse evitado. Este caso es un recordatorio de la necesidad de escuchar y tomar en serio las preocupaciones médicas de los pacientes y sus familias.