Activistas y migrantes en la frontera norte de México denunciaron este viernes el endurecimiento de las políticas migratorias del presidente Donald Trump y lamentaron las redadas masivas contra indocumentados en Estados Unidos, que ya han provocado protestas en ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Chicago.
“Estamos ante una situación de mucha violencia y vulnerabilidad. Personas con una vida establecida hoy están encerradas, separadas de sus familias o deportadas”, dijo Javier Bueno Guillén, director de la Casa del Migrante en Ciudad Juárez, donde la tensión ha aumentado por la militarización en la frontera y la desesperanza de los migrantes varados.
Uno de ellos es Ricardo Antonio López Rivas, migrante salvadoreño que espera cruzar hacia San Francisco para reunirse con su hijo. “Nunca se había dado esto hasta que este señor (Trump) llegó a la presidencia. Son políticas muy racistas”, expresó, reconociendo que teme ser detenido en cualquier momento.
Las redadas han desatado protestas violentas en California, con toque de queda nocturno en Los Ángeles. El gobernador de Texas, Greg Abbott, desplegó a más de 5 mil tropas y 2 mil agentes para contener disturbios y apoyar la política migratoria federal.
“Texas no tolerará la anarquía que hemos visto en Los Ángeles”, declaró Abbott, respaldando al gobierno federal.
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Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, rechazó como “absolutamente falso” que su gobierno haya incitado las protestas, tras las acusaciones de la secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem.
En medio de las movilizaciones, la bandera mexicana se convirtió en un símbolo visible de las protestas, lo que se interpretó por la Casa Blanca como una provocación, pero que manifestantes defienden como un acto de orgullo e identidad cultural.
Desde Ciudad Juárez, el padre Bueno dijo que su albergue sigue abierto, pero reconoció sentir impotencia ante la crisis:
“Sentimos las manos atadas. Lo que vemos es el rostro sufriente de la realidad”.