Chetumal, 21 de septiembre 2023. – Cuando se habla de la pederastia, lo primero a lo que se vincula es a la atracción romántica o sexual de un adulto hacia un menor de edad. Pero qué es lo que pasa cuando un menor de edad tiene esta misma atracción en sentido inverso hacia personas mucho mayores que él o ella?
En Quintana Roo, la pederastia ha alcanzado una pena de hasta 18 años de prisión a quienes cometan este acto que atenta contra la seguridad de los menores. Mientras que esta ‘pederastia inversa’ aún se mantiene fuera del panorama legislativo.
De acuerdo con el psicólogo con especialidad en psicología hipnoterapeuta, Jorge Navarrete Lozano, esta problemática social es mejor conocida como hebefilia, la cual es considerada como un trastorno psicológico que puede ser detonado por diversos factores socioeconómicos de los menores a edades tempranas.
“Se trata de un problema donde las estructuras cerebrales hacen la diferencia con la pederastia y que se desarrolla entre los 13 y 15 años. A menor edad tenemos menos control sobre nuestros impulsos y deseos, pero cuando un menor ha sufrido de un trauma como el abuso sexual, lo que termina pasando es que son traumatizados y curiosamente se repiten los patrones de edad del abusador”, dijo.
Pero además el comportamiento de los menores que buscan una relación amorosa con personas mayores, también puede ser resultado del ambiente familiar en el que se ha desarrollado a lo largo de su vida.
“Pueden provenir de familias de mucho abuso físico, mental, emocional en donde han sido abandonados y no se les da el lugar que les corresponde en el núcleo familiar. Estos casos de sexualidad infantil no buscan la penetración, no busca el placer sexual como base, sino buscaría ser visto, entendido, sentido, escuchado, protegido y muchas ocasiones es de donde el adulto se aprovecha, de esa necesidad emocional del menor”.
En lo que respecta a la pederastia, el especialista señala que es un trastorno que no tiene género y que comparte en esencia el mismo origen que la hebefilia, pues ambos trastornos encuentran sus raíces en el abuso sexual y los eventos traumáticos durante la infancia.
“Es muy probable que tenga algún elemento traumático en la infancia. No necesariamente, pero muchas veces las personas que son abusadas sexualmente pueden asumir el rol del victimario. En lugar de sólo victimizarse, pueden también asumir el lado de aquellos de quienes los acosan primero.
“Si el menor de edad se acerca a un adulto, muchas veces puede provenir de un abuso previo o puede provenir de una visión totalmente diferente a la que el adulto tendría de las relaciones”.
Como parte de las recomendaciones de Navarrete Lozano, se propone que tanto las instituciones gubernamentales, los trabajadores sociales y las escuelas pudieran adoptar un modelo formativo en donde se brinden los cimientos emocionales que conllevan una relación amorosa.
“Se trata de entender los riesgos y consideraciones de mantener una relación con alguien que sea mayor. Es ahí donde tal vez se tendría que incluir la parte del acompañamiento terapéutico para las víctimas o las personas que están en estas situaciones”.