Elon Musk ha renunciado a su papel como asesor del Gobierno de Estados Unidos, marcando un giro inesperado en su hasta hace poco estrecha relación con el presidente Donald Trump. Su salida se da en medio de tensiones crecientes, pérdidas financieras en sus empresas y desacuerdos con el nuevo plan fiscal impulsado por la administración republicana.
En un mensaje publicado en su red social X, Elon Musk anunció que deja la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una oficina creada específicamente para él, con la misión de reducir el gasto público. Aunque su cargo estaba previsto hasta 2026, el magnate hizo uso de la expiración legal de su contrato temporal de 130 días para cerrar anticipadamente su ciclo.
“Quiero agradecer al presidente Donald Trump por la oportunidad de reducir el gasto innecesario”, escribió Musk, enfatizando que su colaboración tenía desde el principio carácter temporal.
Durante los primeros meses del segundo mandato de Trump, DOGE lideró el despido de más de 120,000 empleados públicos, el cierre de varias agencias y la suspensión de programas internacionales. Aunque Musk prometió ahorrar un billón de dólares, medios como The Washington Post reportaron que el ahorro real fue de apenas 9,300 millones.
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La creciente exposición política de Musk no pasó desapercibida para sus negocios. Tesla sufrió una caída del 71 % en sus ganancias trimestrales, mientras que SpaceX ha enfrentado presiones regulatorias y protestas públicas. En paralelo, su desacuerdo con políticas clave de Trump, como la guerra arancelaria y el megaproyecto fiscal aprobado recientemente, terminó por distanciarlo.
“He hecho lo que tenía que hacerse”, declaró Musk desde el Foro Económico de Catar. También afirmó que reducirá significativamente su gasto político en el futuro.
Su renuncia deja al DOGE en un limbo y parece marcar un repliegue definitivo del empresario del escenario político.
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