El auge de las redes sociales ha traído consigo un preocupante fenómeno: la viralización de la violencia como entretenimiento. El término “Happy Slapping”, acuñado en España, se refiere a la grabación y difusión de agresiones físicas con el propósito de ganar notoriedad en plataformas digitales. México no es ajeno a esta problemática, y recientes casos han evidenciado cómo el morbo y la aprobación en línea pueden incentivar conductas violentas.
Un caso de Happy Slapping que generó indignación fue el de una youtuber que transmitió en vivo el apuñalamiento de la pareja de su ex. Más allá del horror del acto, lo alarmante fue el aumento de audiencia y los comentarios de apoyo, lo que pone en evidencia una peligrosa normalización de la violencia en entornos digitales.
Violencia impulsada por likes
La Dra. Dafné Macip, experta en psicología clínica, explica que la exposición constante a contenido violento en redes puede desensibilizar a la audiencia, particularmente a quienes tienen predisposición a trastornos psicológicos. “El cerebro no siempre distingue entre la realidad y la ficción”, señala Macip, advirtiendo que la repetida visualización de agresiones puede detonar brotes psicóticos en personas vulnerables y fomentar comportamientos agresivos en jóvenes y niños.
La doctora indicó que el consumo ininterrumpido de este tipo de contenidos, sumado a prácticas como el “scrolling” (deslizar sin fin en redes) y el “doomscrolling” (obsesión por noticias negativas), agrava los efectos en la salud mental, provocando ansiedad, insomnio y un incremento en la impulsividad, especialmente en adolescentes.
Hacia una regulación digital y educación emocional
La creciente influencia de las redes sociales en la percepción de la violencia plantea un reto urgente: ¿cómo evitar que la agresión se convierta en entretenimiento?. Especialistas coinciden en que la solución pasa por fortalecer la educación emocional y la responsabilidad digital, así como regular el acceso de menores a contenidos violentos.
La sociedad enfrenta un nuevo analfabetismo emocional, donde la incapacidad de gestionar emociones frente a estímulos violentos puede derivar en conductas antisociales. “Es crucial replantearnos cómo consumimos la información y qué validamos con un simple clic”, advierte la Dra. Macip.
Si la violencia se convierte en espectáculo y las agresiones se celebran con likes, ¿qué mensaje estamos enviando a las nuevas generaciones?. La educación, la prevención y la conciencia digital serán clave para frenar esta preocupante tendencia.
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