La Universidad de Harvard atraviesa una etapa de gran tensión tras la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de vetar la matrícula de estudiantes extranjeros en la institución. Esta advertencia llega justo en el cierre del ciclo escolar y ha encendido las alarmas entre los alumnos, particularmente entre los más de 6,700 estudiantes internacionales que representan una cuarta parte de la matrícula total.
Aunque la ceremonia de graduación está programada para este jueves, el ambiente en el campus se ha tornado hostil. Así lo señala Mohamed, estudiante no afectado directamente pero preocupado por sus compañeros, a quienes considera parte fundamental de la esencia de Harvard. “Sin ellos, Harvard no sería lo mismo”, afirmó.
De hecho, este viernes, Harvard presentó una demanda contra la administración republicana por revocar los permisos de matrícula de estudiantes internacionales. La medida se justifica desde el gobierno bajo acusaciones de “antisemitismo” e incluso de supuestos vínculos con el Partido Comunista Chino, alegaciones que la universidad ha negado rotundamente.
Estudiantes como Wilson, originario de Taiwán, se sienten desorientados y tristes ante la posibilidad de tener que abandonar Estados Unidos. Otros, como Sebastian y Eric, expresan una mezcla de sorpresa, decepción y estrés añadido en una etapa que debería ser de celebración.
Por otro lado, el impacto económico también es considerable. La matrícula anual de Harvard ronda los 59 mil dólares, pero con gastos adicionales puede superar los 87 mil, lo cual refuerza el compromiso y sacrificio que muchos alumnos internacionales han hecho para estar allí.
A pesar del temor generalizado, algunos estudiantes se niegan a rendirse al pesimismo. Uno de ellos, africano, expresó: “Lo peor que puede pasar es que vuelva a mi país. Nunca me ha asustado nada”. Su actitud refleja la determinación que muchos mantienen pese a la incertidumbre.
En paralelo, otras universidades como Columbia también enfrentan presiones similares, en un contexto en el que el gobierno federal parece dispuesto a condicionar el financiamiento educativo con base en criterios políticos e ideológicos.
De mantenerse esta postura oficial, se pondría en jaque la diversidad académica y cultural que ha hecho de las universidades estadounidenses un referente global. Harvard, fundada en 1636, no solo representa excelencia académica, sino también un símbolo del esfuerzo colectivo de estudiantes de todo el mundo. Hoy, su futuro y el de miles de jóvenes talentosos, pende de un hilo.
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